10 septiembre 2015


¡Cuántas veces la causa de nuestras angustias, problemas, temores y desalientos somos nosotros mismos! Yo diría que ésta es siempre la verdadera causa de nuestros sufrimientos íntimos: la falta de humildad, que es autosuficiencia, orgullo, deseo de poder y del aprecio de los demás; o, simplemente, el no querer aceptar nuestra debilidad, nuestra fragilidad y los propios límites. Todos queremos sentirnos fuertes, poderosos, capaces y, sobre todo, nos gusta dar esa imagen de nosotros mismos a los demás. Y, cuando experimentamos ese sentimiento de debilidad que no aceptamos, es cuando nos viene toda esa agonía y esa tormenta interior que no nos permite ser lo que realmente somos. Sufrimos, nos rebelamos, agonizamos, pero no damos el brazo a torcer. Ésta es, tristemente, la cultura en la que hemos nacido y vivimos: no manifestar nunca nuestra debilidad. Y si a esto se suma cierto “machismo” en el que hemos sido educados, las cosas se complican todavía más. De ahí viene todo ese deseo de aparentar que somos los “duros” y que no nos “ablandamos” ante los golpes de la vida. Por eso nos da tanta vergüenza, por ejemplo, llorar en público y nos resistimos tanto a mostrar nuestros sentimientos a los demás: porque creemos que esa es una debilidad.
P. Sergio A. Cordova

2 comments

Arrastramos una carga psicológica y emocional que muchas veces no sabemos encauzar bien. A veces nos dejamos llevar y otras nos rebelamos, hagamos lo que hagamos muchas veces no acertamos porque queremos ser nosotros los dueños de nuestra vida y nos olvidamos que tenemos un Padre deseoso de acogernos en Sus brazos para poder descansar en El, abrazándonos fuertemente para aliviar nuestra carga.
Un beso. Gracias!

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Dios llena muestras vidas de paz y gozo pero paro tener esto debemos actuar como Dios manda. Aunque su amor y bondad son infinitas, depende de nosotros el vivir en paz y armonía

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Sepamos ofrecer lo mejor de nosotros. Bienvenida la crítica, acompañada siempre de la cortesía.