10 febrero 2021

 


Oigo mi nombre en tus labios, Señor de la Vida,

que me invita a salir al Reino,

con mis temores, pero con tu fuerza;

con mis dudas, pero con tus certezas;

con mis tropiezos, pero con tu mirada puesta en el horizonte;

con mis inseguridades, pero con tu promesa;

con mi debilidad, pero con tu esperanza;

con mi nada, pero con tu todo.

Y entonces salí, con ilusión y empeño, hacia el Reino

y no vi más que sonrisas, abrazos y encuentros.


(Glòria Díaz Lleonart)

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