17 octubre 2018

 Bertrand Russell (1872-1970) Filósofo, matemático y escritor británico


Que tus palabras sean 
como aguas mansas pero en constante movimiento, 
que con paciencia se van abriendo camino.

Que sean una bendición para los campos áridos, 
que sean dadoras de vida para
todas las plantas que se nutran de
tus palabras convertidas en agua.

Que con dulzura se introduzcan en la vida de los sedientos,
que necesitan de un trago para seguir viviendo, 
no te fijes quien se aprovecha de ellas,
simplemente fluye.

Las palabras pueden ser una poesía,
una frase celebre, un consejo, un cuento,
una felicitación, una reflexión, incluso hasta un chiste, 
sin embargo deben seguir un cauce de amor
para que llegue a todos.

Tus palabras pueden ser también 
en un momento dado, 
como las aguas que bajan con fuerza, 
velocidad y en grandes cantidades, 
destructivas y mortales, 
pues a su paso se desbordan y ahogan.

Esta diferencia la marca los sentimientos que nos 
embargan en el momento que las emitimos, 
de cada quien depende que nuestras palabras 
den vida o por el contrario destruyan y asesinen.

Transformémonos igual que el agua,
que nuestras palabras y pensamientos
cuando no sean positivos se conviertan en hielo, 
y queden mudas y estáticas.

Que cuando sean para compartir éstas sean líquido, 
que se usa para conservar y crear la vida.

Y que sean vapor, 
cuando queramos que éstas lleguen a las alturas,
para que el Buen Dios,
las distribuya más sabiamente, 
en forma de lluvia, a todos sin distinción.

Benditas sean todas las palabras 
de amor que de tí procedan, 
pues eso demuestra que tu corazón
esta en buenas manos...

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