27 agosto 2018

Norman Vincent Peale (1898-1993) Predicador cristiano y escritor
Huir de los elogios. Puede parecer humildad, aunque para mi la humildad no existe, es un invento. Huir de los elogios. Si, me gusta huir de ellos porque son mentira, porque son inmediatos, porque son olvidadizos, porque mañana ya no te sirven, porque todo cambia.

Los elogios te hacen vivir situaciones irreales que al poco se convierten en nada, hay que pensar en lo efímero de esto y aprender para mejorar y conocer los por qués de todo lo que nos sucede.

¿Qué te queda de un elogio? Un aprendizaje. Simplemente eso. Piensa por qué y qué motivo ha llevado a ese alguien a lanzarte un elogio. Créeme, aprenderás mucho. Te servirá de experiencia. Y poco a poco dejarás de caer en la trampa de los elogios. Si. Una trampa. Tras un elogio huye. No te encantes. Porque la vida está llena de retos que no te permiten distraerte.

Aprende de las críticas. Son duras, relevantes, dañinas, dolorosas, y fomentan tu diálogo interno para llenarte de dudas. Entonces aprende. Al igual que con los elogios, dales el tiempo que merecen, ese mínimo tiempo que te hace aprender de una y otra cosa.

Quizás las críticas duren más externamente en el tiempo que los elogios. Nuestra sociedad funciona así y siempre lo negativo parece ponderar sobre lo positivo, pero esta idea podemos y debemos cambiarla.

Para cerrar este consejo, decirte que de las derrotas se aprende, todos lo sabemos. Yo añado, de las victorias se aprende mucho más. Ahora bien, como ya has aprendido a modular los elogios y a darles su corta y justa importancia, ya estás preparado para seguir adelante, dar el siguiente paso e ir a por tu reto más inmediato.

Francisco Torreblanca 

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