29 julio 2018

Paul Géraldy
¡Oh, llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.

¡Oh, cauterio suave!
¡Oh, regalada llaga!
¡Oh, mano blanda! ¡Oh, toque delicado!
Que a vida eterna sabe
y toda deuda paga;
matando, muerte en vida la has trocado.

¡Oh, lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!

(san Juan de la Cruz)

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