09 mayo 2021

 


Los buenos observadores afirman que: 

A) el pájaro canta, aunque la rama en la que está posado cruja, esté a punto de romperse: sabe de lo que son capaces sus alas.

B) el pájaro canta porque, en el momento de necesidad urgente, confía plenamente en el poder de sus alas para emprender el vuelo, cielo arriba, y superar el peligro. 

La misionera Roser Morera, que lleva 30 años en Zaire, me contaba un proverbio zaireño que dice: «Si quieres que un pájaro vuele... has de fortalecer sus alas».

Si no queremos hundirnos, por adversidades que tengamos, sino que podamos elevarnos y trascenderlo todo, hemos de procurar fortalecer nuestras «alas»: -la fe y la esperanza-. Los hay que sufren en demasía. Y es tal vez porque: no supieron fortalecer, a su debido tiempo, su par de «alas» -la fe y la esperanza-; o renunciaron a ellas; o las dejaron olvidadas en el desván de la increencia; o las arrinconaron en el trastero del olvido... Y, evidentemente, sin fe, sin esperanza -sin «alas»-, cuando aparecen los momentos difíciles, las dificultades graves... son incapaces de remontarlos y volar, confiadamente, cielo arriba... Y es que las «alas» -la fe y la esperanza- dan seguridad. Si muchos las tuvieran «fuertes»... volverían a cantar.

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