12 septiembre 2015


La adulación se define como un elogio excesivo y recurrente de las cualidades de otro. A veces se trata de una admiración sin límites, carente de crítica y más o menos patológica. En otras ocasiones, simplemente es un arma que alguien utiliza para manipular a otro. Los halagos hacen sentir satisfacción a quien los recibe. Con esto, bajan sus defensas y pueden confundir las verdaderas intenciones de quienes tanto los exaltan.

Para muchos, los aduladores son una verdadera lata. Otros los ven con simpatía y hasta los necesitan. Porque así es la adulación: no puede existir si no hay otro que la demande. Florece allí donde hay un terreno propicio para ello. Pero a diferencia del reconocimiento genuino de las virtudes de otros, la adulación siempre tiene una “agenda secreta”.
Edith Sánchez

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