24 julio 2015


El alma quiere a Dios a toda costa. Si hay que abandonarlo todo, lo abandonará todo; si perderlo todo, lo perderá todo. Dejará su manto, que después de todo no es de ella, en las manos de quienes quieran detenerla. Renunciará sin dolor a sus maneras propias de sentir, de pensar y de querer, como a un equipaje pesado y molesto. No pedirá ningún goce a nada. No pensará ya en ninguna cosa del mundo. No volverá a utilizar las ideas, sin duda justas, pero deficientísimas, que se hacía de su Dios. Se contentará con la fe. Y ya no querrá aquí abajo nada más, sino a Él y solo a Él.
 (Robert de Langeac)

1 comments :

Gracias, dejar que Dios se apodere de mi para poder vaciarme de mí, da algo de miedo , pero si ÉL lo quiere así pues así quiero vivir, gracias, un buen día.

Reply

Sepamos ofrecer lo mejor de nosotros. Bienvenida la crítica, acompañada siempre de la cortesía.